KPI es el acrónimo de Key Performance Indicator, y es, básicamente, un índice medidor del rendimiento. En las empresas se usa para medir el rendimiento de los empleados. Cada KPI es un valor numérico, de forma que nos permite hacer una medición sencilla y libre de prejuicios, totalmente impersonal, que sólo permite una lectura realista y que supone una meta.
¿Cómo se hace? Muy sencillo. Debemos elegir los KPI que mejor se adapten a nosotros mismos. Deben ser claros y concisos, y además accionables, es decir, que se puedan realizar. A grandes rasgos se pueden distinguir dos tipos de KPIs en una empresa: KIP Individual y KPI grupal.
A continuación lo explicamos con un ejemplo para que sea más sencillo de entender.
- Como KPI individual, por ejemplo, podemos querer que los pedidos que gestiona Pedro, se gestionen un 8% más rápido en un año.
- El KPI grupal, dependerá de todo un grupo de empleados o de toda la empresa. Por ejemplo, querer tener un aumento de ventas en un 3% en 6 meses.
Algo que es muy importante para saber si un KPI está bien definido es lo que se conoce como el Criterio SMART (Criterio Inteligente, no de la marca de coches.)
- Specific (Específico): cuanto más específico sea aquello con lo que queremos identificar nuestro KPI, más fácil será medirlo.
- Measure (Medible): Tiene que ser medible, si no, no podremos valorar el progreso.
- Attainable (Alcanzable): Tiene que ser posible llevarlo a la acción, que sea alcanzable. Si no, nos creará mucha frustración.
- Realistic (Realista): Tenemos que tener unos objetivos realistas, que puedan llevarse a cabo, que tengan sentido dentro de todo nuestro proceso de mejora del rendimiento. Tenemos que saber qué recursos tenemos antes de marcar un KPI.
- Time-frame (Limitado en el tiempo): Marcar una fecha final o deadline. Para la consecución de estos objetivos es fundamental poder medir nuestro progreso durante un tiempo concreto. Es importante para llevar a buen puerto cada una de nuestras KPIs
